Thursday, March 15, 2018

Un momento inexplicable por Diana Ochoa

     Nunca tomes las cosas por sentado. Eso e lo que muchas personas dicen, aunque no siempre le ponemos atención. Ese dicho tiene mucha razón y a mí me tocó aprenderlo de una manera un poco inexplicable. Yo amo a mi familia y todos somos muy cerca pero si hubo un tiempo cuando no estuve en contacto con mi hermano por un buen tiempo. Después de que volvimos a estar en contacto, él fue acuchillado y eso me abrió los ojos a saber que no todo en la vida es seguro y que de repente todo puede cambiar.
     Era el Día de los Padres en el verano del 2016. Mi hermano Pedro y yo queríamos llevar a mi papá a su lugar favorito a comer. Su lugar favorito es una tienda de comida que atrás tiene una cocina y los clientes pueden sentarse afuera a disfrutarla. Era un día de verano tan caliente que afuera parecía ser un horno. lo llevamos a Watsonville que es donde está la tienda. Después de ordenar nuestra comida, nos sentamos afuera y de la nada un muchacho, que ninguno de nosotros conocía, llegó buscando pleito. Él era un hombre joven que tenía ropa muy aguada y brazos cubiertos de tatuajes como si fueran cobijas. Empezó a ver a mi hermano con una mirada mala y tiraba sus manos como que quería pelear. −Sólo quiero comer con mi familia. ¿Puedes retirarte?− le dijo Pedro al muchacho. El joven no quiso irse pero alguien que trabajaba en la tienda hizo que se fuera de allí. Cuando se fue el muchacho, nosotros nos quedamos a disfrutar nuestra comida en paz. Mi papá ordenó tacos de pescado, Pedro un cóctel y yo un taco de camarón.
     Cuando terminamos de comer nos metimos a la camioneta. Yo iba en el asiento trasero y mi hermano y padre en los asientos de adelante. En cuanto nos metimos bajamos las ventanas porque estaba más caliente en la troca que afuera. Creo que si no hubiéramos bajado las ventanas en cuanto nos metimos todo hubiera sido muy diferente. Como un minuto o dos de estar en la troca mi papá ya iba a empezar a manejar. De repente, yo miré por la ventana trasera al muchacho con otros dos amigos que venían caminando con rapidez. −Oh my god, Pedro, ya regresó− dije yo. Nomás me acuerdo de uno de los otros hombres que estaba con el muchacho. Él estaba pelón y era un poco pequeño, pero parecía tener músculos y muchos tatuajes en todo su cuerpo. Después de que los vi, todo pasó muy de repente. Uno llegó por el lado del chofer, que era mi papá, y él lo golpeó en la cara y mi papá no se desmalló completamente, pero tampoco pudo reaccionar tan rápido a lo que acababa de suceder. Los otros dos jóvenes llegaron por el lado de mi hermano y él se salió de la camioneta y lo empezaron a golpear. En ese instante yo no supe qué hacer. Sé que yo trate de bajarme, pero la camioneta era de solo dos puertas y como yo estaba atrás no pude salir. Me sentí inútil porque no pude hacer nada para ayudar a mi hermano. Llorando, yo le gritaba a una muchacha que estaba allí afuera grabando la situación: −Para de grabar y ábreme la puerta−. Yo trate de hablarle al 911 pero otra vez no fui útil porque cuando me preguntaron la dirección yo no supe qué decir y como estaba llorando tanto que ni se entendía lo que estaba diciendo y les colgué. En ese momento me sentí como un pez sin agua, no podía respirar ni hablar.
      Finalmente, creo que la dueña de la tienda me abrió la puerta y pude salir. Salí corriendo a la banqueta donde encontré a mi hermano tirado en el piso con sangre cubriendo su camisa blanca. Fue allí cuando supe que no sólo lo habían golpeado sino que también fue acuchillado. Su mano estaba sobre su estómago tratando de parar la sangre que salía. Yo estaba platicando con él tratando de decirle que todo iba a estar bien y que ya estaba en camino la ambulancia. Todo lo que yo pensaba era que ¿por qué, por qué hicieron esto si mi hermano no hizo nada y ni conocía a el muchacho? Después de como unos 10 minutos llegó la policía y la ambulancia y se lo llevaron a un cuarto de emergencia, donde después fue transportado en un helicóptero a un hospital en San José. En el camino, mi papá y mamá hablaban de lo que había pasado y yo solo estaba atrás rezandole a Dios que mi hermanito estuviera bien.
     Cuando llegamos al hospital, no lo vimos hasta 6 horas después. Primero, no pudimos verlo porque estaba en cirugía y cuando termino tampoco porque tenía que descansar. Tuvimos que esperar hasta que se despertara para que nos llamaran y decirnos que ya había despertado y que lo podíamos ver. Al ir a buscar en cuál cuarto estaba, nos seguían diciendo que en ese hospital no había nadie con ese nombre. Yo trate tan fuerte de no volver a llorar. Lo que estaba en mi mente en ese instante era que él iba a despertar y no ver a nadie a su lado y eso me hacía sentir terrible.
     Para concluir, mi hermano salió después de una semana y tomo unos meses en Arizona con nuestra familia de allá para recuperarse en un lugar que lo distraerá de lo que había pasado. Ese día tan terrible me abrió los ojos y hizo que me diera cuenta que todo en la vida no lo tienes por seguro y que deberíamos disfrutar a las personas y cosas a tu alrededor y no dar las cosas por sentado.

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