Thursday, March 15, 2018

Mi primer amor: la naturaleza por Ixchel Aguilar-Moore

 
     <<¡Capturé un pez!>> yo exclamé, mientras la sangre saliendo de mi mano goteaba al pasto. Aunque mi mano me dolía mucho, la emoción que había capturado mi primer pez me abrumaba. Miré el pez, le sonreí y lo tiré de regreso al agua. Era la regla del campamento de Pemberton que no podíamos quedarnos con los peces que pescamos, pero no me gustaba el sabor de pez de todos modos. Y por eso, devolverlos a su hábitat natural, no me molestaba. Este era uno de los únicos lugares que me podía sentir segura. Un sentimiento fuerte atrajo mi atención de regreso a mi mano, donde la sangre salía como una catarata, feroz y rápida. Normalmente estaría gritando y llorando pero el aire fresco me calmaba y ni una lágrima cayó de mi cara.
     El campamento de verano quedaba en Salisbury, Maryland, donde viví por siete años. En el campamento, pasábamos las mañanas corriendo por el campo y capturando grillos y saltamontes para darles de comer a la serpiente. Los árboles me rodeaban, causando un olor que podía conectar con el verano. Los niños se reían y los grillos cantaban una canción animada trayendo una sonrisa a mi cara. En los días de pescar íbamos a cortar plantas de bambú. Las plantas de bambú eran un color perfecto de verde brillante y escogí el más alto para cortar y construir una caña de pescar. El aire era fresco pero mi piel todavía prendía fuego. La única manera de escapar el sol era el río. Me refrescaba como helado en un día caliente. Todas estas sensaciones que sentía, me hacían sentir en casa.
     La primera vez que fui al campamento, tenía seis años y me daban miedo los bichos y las serpientes y casi todo que pertenecía a la naturaleza. El primer día que llegué estaba muy nerviosa pero todos me recibieron con sonrisas y bienvenidas. Cuando fuimos a capturar grillos y saltamontes, me senté en el pasto. Sam, una de las líderes del campo que eventualmente sería mi líder favorita, se sentó al lado de mí. <<¿Por qué no estás capturando los grillos y saltamontes como el resto de los niños?>> me preguntó. << Tal vez me van a picar o morder…>> le respondí. Sam me dio una red y me enseñó que lo podía hacer sin usar mis manos. La serpiente que tenían como mascota también me asustaba, pero Sam me enseñó que esa serpiente no hacía daño. Después, fuimos a pescar y eso es cuando el anzuelo se quedó atrapado en mi pie. En ese momento me prometí que nunca iba a pescar otra vez. Finalmente, llegó el momento que me daba más miedo, el río. No sabía cuáles animales peligrosos nadaban en esa agua. Pensé que tal vez había tiburones, pero los líderes del campo me aseguraron de que no había ni un solo tiburón en el río. Cuando llegamos al río, había lodo que se sentía como si me inundaba debajo de la tierra y como si me iba a hacer desaparecer para siempre. El miedo me consumía como la serpiente consumía a los grillos y saltamontes. Por eso, el primer día, no entré al río. No tenía confianza en la naturaleza, un lugar que me era desconocido.
     Cada año, me sentía más cómoda con la naturaleza. Empecé a encontrar pasatiempos nuevos, como subir árboles, kayaking, natación, ir de pesca y mucho más. Ahora podía capturar grillos y saltamontes con mis manos, y la serpiente se había convertido en mi amigo. Muchos anzuelos se atraparon en mi mano y en mi pie en los siguientes años pero siempre estaba recompensada con un pez. En la naturaleza, cada día era una aventura. No solo era un lugar de diversión, sino que también aprendí mucho. Aprendí a construir un refugio solo usando cosas que podrías encontrar en la naturaleza y cómo sobrevivir si alguna vez me perdiera. El lugar ya no era desconocido, y empecé a sentir una conexión, como si hubiera algo que existía que era más grande y más importante que todo lo que conocía. Pensaba en toda la gente infeliz en la vida y creía que si solo pasaran unos días en la naturaleza, todos sus problemas flotarían lejos como el viento. Adicionalmente, ya no me daba miedo el río. Era mi lugar favorito porque podía nadar con los peces y sentirme como si fuera uno de ellos. Me enamoré de la naturaleza y el campamento de verano era la mejor parte de cada año.
      Para concluir, este campamento de verano me cambió la vida. Sin este campamento, yo sería una persona muy diferente con ideas muy diferentes. Antes de comenzar en el campamento, me daba miedo la naturaleza y no tenía mucha inspiración para pasar tiempo ahí. Con la ayuda de una de las líderes del campamento, Sam, aprendí que la naturaleza es algo bello y te hace sentir en casa. Ahora, paso tiempo en la naturaleza acampando, tomando caminatas, y yendo de mochilera. Hoy en día, soy voluntaria en un grupo ambiental llamado Global Student Embassy, que trabaja para proteger el medio ambiente. En el grupo hacemos proyectos de reforestación, ayudamos los parques nacionales, y viajamos a Ecuador y Nicaragua para hacer trabajo ahí. Es importante proteger el medio ambiente porque representa el mundo en que vivimos. Las plantas y animales están en gran riesgo, y necesitan alguien que los protege. La naturaleza fue mi primer amor y va seguir siendo un amor que aprecio por el resto de mi vida.

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