Thursday, March 15, 2018

El chichón del siglo por Braulio Alfaro

 
     Todavía recuerdo el día que recibí un chichón muy grande en la frente en segundo grado. Después de un año de jugar tetherball en la escuela, salimos de vacaciones de verano y al regresar no tenían las canchas de tetherball. Tetherball era la única cosa divertida que se podía hacer. Desafortunadamente, como quitaron las canchas de tetherball no había nada divertido para jugar.
     El campo de la escuela era amplio y verde. Era un día tan caluroso que hasta el viento te quemaba y asaba tu piel. A los alrededores se podían escuchar las risas y gritos de los niños jugando y trepando la estructura de juego como monos trepando árboles. Las gaviotas y pichones rodeaban las mesas y recogían las sobras de comida en el piso. La supervisadora sopla su silbato y le daba un susto a los niños en problemas. La campana sonaba y los niños se alumbraban.
     Para empezar, las vacaciones de primavera acabaron y la escuela regres las canchas de tetherball. En ese día al sonar la campana de almuerzo mis amigos y yo íbamos corriendo para llegar a las canchas y jugar. Gritábamos de alegría diciendo -Yes, T-ball! - y empezamos a jugar. Después de varios juegos, tropecé y choqué contra el poste. Me sentía mareado y todo se puso negro como cuando anochece.
     Luego tenía que ir a la enfermería y cuando me vi en el espejo lo único que podía ver era un chichón gigante en mi frente. La enfermera de la escuela me tomó la temperatura y resultó que yo tenía fiebre, así que llamaron a mi mamá para que vinieran por mí. Cuando llegó mi mamá la primera cosa que me dijo fue -¡Ay,mi’jo! cuando llegué a casa me vi en el espejo. De nuevo y tenía un rábano gigante y muy rojo.
     Finalmente, mi mamá me llevó al doctor para que me revisaran y se tardaron toda una eternidad para atenderme. Cuando me atendieron me dijeron que si tenía una fiebre y preguntaron varias preguntas sobre qué pasó en el incidente. Cuando salí del doctor, todo estaba bien pero después de esta experiencia aprendí que tengo que tener más cuidado y precaución para no volver a tener un tomate maduro y rojizo en la frente.

2 comments:

  1. Espero que aprendiste tu leccion, me gusto mucho el lenguaje figurativo que usaste. Lo bueno es que no fue tan grave.

    ReplyDelete