Thursday, March 15, 2018

Mi tiempo en el campo por Anahí Ruiz

     Desde chiquita siempre era una niña muy malagradecida porque mi mamá nos tenía muy chiquiados. Mi mamá tuvo un trabajo muy bueno en una maquiladora como supervisora. Pero de repente la compañía decidió mudarse fuera del estado, y mi mamá no se quiso mudar porque toda nuestra familia estaba en Santa Cruz. Mi mamá se quedó sin trabajo y tuvo que aprender a mantener a mi hermano y a mí , ella sola porque se había separado de mi papá. Después de que perdió su trabajo, mi mamá empezó a trabajar en el campo y después de varios años, yo la acompañé. Trabajar en el campo para mí fue algo muy difícil, pero algo que me enseñó a ser más agradecida de las cosas que tengo.
     Un día, mientras platicaba con mi mamá, le pedí que me llevara con ella a trabajar durante el verano. Yo hice esto porque yo sabía que durante la secundaria yo iba a querer dinero y no le quería decírselo a mi mamá. No solo eso sino también conocía a la gente que se fue a trabajar en el campo con sus papás, y sabía que yo también lo podía hacer. Mi mamá hizo lo que tenía que hacer para meterme en el trabajo, y cuando empezó el verano, me puse a trabajar.
     El campo se miraba igual que el mar, como si nunca se acabara. Y por las mañanas todo el campo olía a tierra mojada como si hubiera llovido la noche anterior. Alrededor de los campos las montañas parecían como si fueran paredes que suben millas y millas para arriba. No solo eso pero cuando llovía en el dia, la gente salía de trabajar como si se hubieran bañado. Las moras eran tan rojas que parecían el rojo de una rosa, las moras negras un morado tan oscuro que parecían el negro de la noche. No solo habían moras rojas y negras sino que amarillas también. Era un amarillo tan clarito, como el color de una lima.
     Al despertar para mi primer día del trabajo, me sentía muy emocionada. Recuerdo haber tenido miedo y todas las mariposas que sentía en el estómago en salir a conocer a la mayordoma de nuestra cuadrilla. Al llegar, me di cuenta que yo era la única niña trabajando en ese entonces, pero mi mamá me explicó que los demás iban empezar más tarde porque no habían terminado la escuela. Mi día empezó a las 7:00 de la mañana y acabó a las 5:00 de la tarde . Durante mi primer día mi mamá me tenía con ella mientras que aprendía a hacerlo yo sola. Pero desde mi primer día sabía que iba a ser algo muy difícil para mí porque apenas iba empezando mi día y sentía que tenía piedras como zapatos.
     Ese verano trabajé 6 días a la semana por 8 horas al día. Durante el día nos daban dos descansos, el primero era de quince minutos y el segundo era de treinta minutos. Durante esos descansos, todos agarraban sillas y se sentaban con sus familiares o amigos del trabajo y platicaban, comían y descansaban. Cuando era hora de trabajar, todos tenían un cinto con diferentes botes enganchados en el cinto para meter las morras. Todos llenamos los botes y luego los bajábamos al llenar uno. Después de llenar todos los botes caminamos entre los pasillos que parecían como si fueran millas largas. En los files era muy común tener lonas tapando la morra para que pudiera crecer con más rapidez, pero algunos no lo tenían. Donde yo trabajé, algunas secciones de moras lo tenían y otras no. Se piscaban moras negras y rojas, grandes y chiquitas. Para mí lo más difícil siempre era el calor y estar en mis pies por 8 horas constantemente. Cuando se tenía que trabajar bajo las lonas era como trabajar en un horno, si era 80° afuera, abajo de las lonas estaba a 90°. Pero no todo el trabajo era difícil y aburrido, sino tambien habia mucha platica entre todos que hacía trabajar muy divertido también. Las señoras ahí eran muy amables y juguetones con migo. Cuando era tiempo de regresar a la escuela, hasta me compraron un pastel para decirme adiós.
     Para mi trabajar en el campo era algo muy pesado para mí, pero era una experiencia que me ensayo ser una niña más trabajadora. No solo eso pero trabajar en el campo era algo que me enseño ser más agradecida de las cosas. Desde esta experiencia, aprendí no solo ser mas agradecida de lo que tengo pero especialmente de mi mamá, porque ella lo hace cada año para darnos comida y una casa en que podemos vivir.

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