Thursday, March 15, 2018

Del norte al sur por Patrisha Chagolla

     Todavía me acuerdo del día cuando viajamos a México para conocer a mi abuela por la primera vez. Fue un día muy lleno de emociones. Nunca la había conocido hasta ese día y yo pensé que no me iba querer porque nací en los Estados Unidos y no en México. Al momento de conocerla, miré que sí me quería porque éramos sus nietos favoritos. Además, nos ayudó mucho porque mi papá fue su hijo favorito, de los ocho que tenía. Sin embargo, en ese momento aprendí a apreciar a mi familia con más orgullo.
     Tres horas antes… Las ruedas del avión aterrizaron el piso del aeropuerto de Guadalajara. Eran las dos de la tarde. Nos Bajamos del avión. Sentimos el viento cuando salimos del aeropuerto, estaba seco como el desierto. Unos minutos después llegó mi tío. Vino a recogernos porque no teníamos un carro para ir a la casa de mi abuela. Empezamos el camino para nuestra casa. Durante el camino noté la pobreza entre muchas familias. Adicionalmente, vi que mucha del paisaje estaba sin vida. Nunca sabía que la gente vivía así porque nunca estaba expuesta este nivel de pobreza tan grave.
     Entramos a San Francisco del Rincón en Léon, Guanajuato. Empecé a notar que mi papá se puso feliz porque no había visitado a su mamá y su tierra en 14 años y para él este momento fue muy importante porque lo estaba compartiendo con nosotros. Dimos vuelta a la izquierda. Entramos por un camino chiquito en un rancho. Miré múltiples casas en el rancho. Empecé a hablarle a mi papá. Le dije - Which one is my grandma’s house, dad?-. Mi papá luego me explicó -La casa de tu abuela es la casa enmedio porque a ella le gusta tener vista de todas las casas de sus niños y nietos-. Además, la casa del centro tenía la vista más hermosa de las montañas y los arroyos de todas las casas en el rancho. Estacionamos el carro. Nos bajamos del carro y sentí una ansiedad muy fuerte. Empecé a caminar a la puerta pero miré que la puerta de la casa de mi abuela empezó a abrirse...
     Paré de caminar a la puerta y me quedé parada como una estatua, pero la puerta siguió abriéndose. Miré unas sandalias de cuero y las uñas pintadas de color amarillo. Salió mi abuela con la ayuda de mi papá porque no tenía su bastón y sus rodillas ya no aguantaban su peso. Para continuar, pasamos dentro de su casa. Noté que no tenía piso de madera o de azulejos. Sin embargo, tenía piso de cemento y tenía mucho polvo y cada día que nos quedamos ahí, se notaban las montañas de polvo que aparecían durante el día. Me senté en la cocina esperando a mi mamá, pero vino mi abuela desde su cuarto y se sentó conmigo porque dijo que quería conocerme. Hablamos de mi vida en Santa Cruz, si tenía perros, y cómo iba en la escuela. Desde ese momento crecí una relacion con mi abuela que nos duró para siempre.
     Pero, hace tres año que falleció y perdí la persona que quería más en el mundo. Sin embargo, aprendí que nunca se debe apreciar la familia porque ellos son las personas que van estar ahí cuando más los necesitas. Además, mi abuela siempre me dijo: "La familia está contigo siempre y para siempre ( family will be there for you always and forever)".

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