Thursday, March 15, 2018

El choque por Samantha González

 
Nunca hubiera pensado que tendría que pasar por algo tan traumático, pero cuando me pasó realidad me cambió para siempre.  Solo era otro día ordinario en San Diego California. Las gotitas húmedas de sudor goteaban por mi cara, ya que siempre hacía mucho calor. Se sentía tan caliente que parecía que si rompieras un huevo abierto en el pavimento se cocinaría. Mi madre ya se había ido al trabajo y yo estaba sola con mi padre y hermana. Anteriormente a esto a mi papá le había dado un ataque y él no debía ir a trabajar o incluso hasta salir afuera. Pero mi padre es muy terco y piensa que es el hombre más fuerte de la tierra, así que, naturalmente, no escuchó. Solo había sucedido una vez antes, así que no teníamos forma de saber que iba a volver a suceder. Yo todavía me sentía segura con él cómo si nada malo pudiera pasar.
En este día en específico mi padre estaba afuera arreglando su camioneta y ya eso era un mal comienzo porque estaba más caliente que Death Valley y la temperatura había subido  hasta 100 grados. Recuerdo que me dijo que íbamos a ir a comprar algo. No me acuerdo exactamente qué era, pero me acuerdo que estaba emocionada. Entonces agare a mi hermana la puse en su asiento y nos fuimos. Mi padre se fue para la carretera y toda iba bien. Miraba hacia el cielo para admirar qué hermoso estaba el día y qué tan grandes eran las nubes que se miraban cómo algodón. De repente, escuché algo extraño que no se escuchaba como mi papá hablando. Mire hacía su asiento y la terrible realidad me golpeó. Estaba teniendo otro ataque en medio de la carretera. Automáticamente me puse en modo de pánico. ¿Cómo una niña de 9 años iba a saber qué hacer en esa situación? Entonces en medio de todo lo que estaba sucediendo tomé un par de segundos para evaluar y pensar en la cosa más razonable que hacer. En la mente de Samantha a los nueve años la cosa más razonable fue quitarme el cinturón, pararme, y agarrar el volante y moverlo a la izquierda para intentar a poner el caro al lado de la carretera. Obviamente tenía nueve años y no sabía cómo mover un carro correctamente, entonces lo moví con mucha fuerza hacia la izquierda y golpeé un poco fuerte la barrera que estaba dividiendo la carretera. Afortunadamente, no nos pasó nada a mí ni a mi hermana, sentimos solo un movimiento fuerte adelante. El carro solo estaba abollado en frente donde golpeó la barrera que dividía la carretera.  El carro paró, pero todavía estaba prendido. Entonces agarré las llaves, las saqué y las tiré ál lado. Todo esto pasó en cinco minutos, pero parecían como veinte.
Poco después, una señora muy amable se nos acercó para ver si estábamos bien. Me bajé para hablar con ella y me dijo que iba a llamar a la ambulancia. Me espanté otra vez y mientras llamaba a la ambulancia agarré su teléfono y dije que no necesitábamos ayuda del operador de 911. Solo hice esto porque todavía estaba en modo de pánico. Sabía que no pude evitar que vinieran, entonces esperé. Ella fue a ver a mi papá y yo me senté atrás en el caro. Cuando llegaron los paramédicos, le ayudaron a mi papá y me ayudaron a mí y a mi hermana a subir a la ambulancia. Sentía que había nudos en mi estómago. Me senté ál lado del conductor de la ambulancia y en el viaje hacia el hospital me dijo que siempre tengo que mantener la calma hasta en las situaciones más estresantes porque si no lo hago podría estar poniéndome en mucho más peligro. 
Ya pensándolo, tenía razón porque cuando la señora fue para atrás a su carro para llamar a 911 me baje del carro con pánico y a lado de mi ¡estaba la carretera! Entonces en cualquier momento un carro me pudo haber atropellado. Afortunadamente no, pero de ese día en adelante siempre me esfuerzo para mantenerme calmada en situaciones parecidas. Así que ese fue un momento de mi juventud que me cambió para siempre.

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